Los problemas de salud mental están muy presentes en las actuales sociedades. Tienen un impacto demoledor en todas las capas sociales y, en este sentido, la tercera edad no es ninguna excepción. A continuación, se da un repaso de los principales problemas de salud mental de las personas mayores y algunos consejos para hacerles frente.
Los problemas de salud mental de un adulto mayor
En primer lugar, hay que señalar que uno de los primeros inconvenientes a la hora de tratar la salud mental en los ancianos tiene que ver con las dificultades para detectar si, realmente, se está manifestando alguna enfermedad psíquica. Estas complicaciones derivan de la mezcla de síntomas que se puede llegar a dar con los males físicos que suelen afectar a los adultos mayores. En ocasiones, la sintomatología de la enfermedad mental se encuentra eclipsada por un problema corporal. Si estas consecuencias en la salud mental se prolongan en el tiempo, no pueden ser asociadas únicamente a las reacciones por una dolencia física.
Por consiguiente, el primer análisis para tratar con acierto los problemas de salud mental en los ancianos pasa por detectar que se está atravesando por uno de ellos. Como los estigmas dificultan que este reconocimiento se dé por parte del propio afectado, hay que estar muy pendiente de los trastornos (aislamiento, agresividad, desidia, etc.) en sus comportamientos.
Una vez que un especialista ha confirmado este diagnóstico, resulta fundamental que el enfermo sea capaz de reconocer que está pasando por un momento crítico. Esta consecución puede ser compleja, pero se revela como indispensable para poder iniciar un tratamiento con visos de éxito. En la detección temprana, antes de que el estado mental sufra una progresiva degeneración, se encuentra una de las claves de los tratamientos efectivos para evitar o paliar los trastornos de la salud mental en los mayores.
Principales enfermedades que afectan a la salud mental de las personas mayores
Por otra parte, vale la pena describir brevemente las características de las afecciones de salud mental que de manera más común suelen afectar a los ancianos. En las siguientes líneas, se desgranan algunas de las más frecuentes.
- La depresión: trata la problemática de salud psíquica más frecuente entre los adultos mayores. Hasta entre un 15 y un 20 % de este segmento de población puede llegar a padecerla. Suele estar relacionada con episodios graves (una muerte, un accidente, etc.), cambios de contexto (como el de residencia o amigos) o dificultades de movilidad. Se va a notar en las carencias de autoestima, que pueden llegar a reflejarse en la higiene, los cambios de peso y la apariencia física general. La tendencia de los depresivos conduce al aislamiento y a la pasividad a la hora de emprender planes.
- La ansiedad: asociada a un creciente nerviosismo que, en numerosas ocasiones, no puede ser justificado. Acaba derivando en alteraciones del carácter y otras complicaciones como el insomnio.
- Las demencias: existen trastornos neurológicos que se manifiestan como enfermedades crónicas. Por ejemplo, en enfermedades degenerativas, como el Alzheimer. Este implica una degeneración paulatina del sistema nervioso y fallos en la memoria que generan reacciones de desorientación y alteraciones del comportamiento. En este caso los tratamientos de fisioterapia neurológica en adultos mayores es una alternativa más que interesante para combatir sus patologías.

¿Cómo cuidar de la salud mental de los mayores?
Quienes se han preguntado cómo cuidar de la salud mental de los mayores tienen que saber que, una vez que se ha llegado a la detección (mejor, si es temprana), existen fórmulas para atenuar los sufrimientos. Unos sufrimientos que no solo se experimentan en las carnes de los enfermos, sino también en las de sus cuidadores. En un alto porcentaje de los casos, son familiares o allegados.
Lo primero que hay que tener en cuenta es si se están produciendo cambios en la conducta. Sobre todo, es preciso estar atentos cuando se han producido episodios traumáticos, como el fallecimiento de un cónyuge o un accidente de tráfico. También conviene estar preparados ante los cambios radicales en el estilo de vida. Estos pueden deberse, por ejemplo, al internamiento en una residencia de ancianos o a una discusión con el grupo de amigos de toda la vida.
Cuando se tiene el diagnóstico y el anciano se presta a ser ayudado, cabe actuar con la máxima sensibilidad, pues a los afectados les suele disgustar ser tratados desde la condescendencia. En este aspecto, es interesante distinguir entre una enfermedad mental, como la depresión -que tiene cura-, y una crónica que -de momento-, solo puede ser atenuada. Aunque la esencia de apoyo no difiera, el sentido de los cuidados sí se materializa en un repertorio de asistencias diferente.
El envejecimiento activo como base del tratamiento
Más allá de la prescripción de fármacos por parte de los especialistas (en ningún caso hay que aventurarse a proporcionarlos sin recibir asesoramiento médico), la principal alternativa para que los enfermos mentales de la tercera edad se repongan de sus dolores o sean capaces de sobrellevarlos pasa por propiciarles mayor autonomía en su día a día. Impulsar su independencia es el objetivo prioritario de un plan de envejecimiento activo.
La base de este programa de actuación consiste en que el anciano se siga sintiendo útil y responsable de la mayoría de sus acciones cotidianas. En las que sea dependiente, lógicamente, se le ha de prestar la asistencia necesaria. Pero la meta es que sea capaz de mantener un buen ritmo de vida y unas relaciones sociales ricas.
Actividades físicas y ejercicios de estiramientos para personas mayores tienen una relevancia fundamental en este modelo de vida. Hay diversas actividades aeróbicas que un adulto mayor aún puede hacer por su cuenta y que van a servir para que se mantenga en forma. Desde recoger a los nietos cuando salgan del colegio a dar caminatas por el campo.
Asimismo, se va a promover que la persona mayor acuda a reuniones y mantenga una relación con ciertos ámbitos sociales de su ámbito. De esta manera, se sentirá parte de su entorno, lo que contribuye a que cuide su higiene y mejore su autoestima.
En definitiva, los problemas de salud mental de los ancianos requieren que el tratamiento de su sintomatología vaya acompañado -en la medida de lo posible-, de una confianza en su autonomía. De este modo, van a tener más herramientas para prevenir enfermedades o paliar sus efectos.