Las enfermedades degenerativas son aquellas que, a medida que pasa el tiempo, aumentan sus efectos negativos sobre las funciones de las células y estructuras de los tejidos o de los órganos. Suelen ser crónicas, es decir, de larga duración o progresión lenta. A continuación, explicamos los tipos de enfermedades degenerativas más frecuentes, los factores de riesgo y cómo puede prevenirse cada una.
Enfermedades degenerativas más frecuentes
Estas enfermedades pueden ser hereditarias (se transmiten de generación en generación) o congénitas (no la ha padecido ninguno de los ascendientes y generalmente aparece por alteraciones durante el desarrollo embrionario). A continuación, hacemos un recorrido por seis de las enfermedades degenerativas más comunes, puntualizando en algunas de sus características y síntomas clave.
Enfermedad de Alzheimer
El Alzheimer es muy común, de carácter generalmente hereditario y suelen padecerla personas con una edad avanzada, aunque se tiene constancia de casos en personas de menos de 40 años. Se caracteriza principalmente por un deterioro cognitivo progresivo, presentando unos síntomas irreversibles. El paciente sufre episodios de desorientación, que van en aumento. Desemboca normalmente en la pérdida de la memoria de manera gradual.
Los primeros síntomas que aparecen son la incapacidad de recordar eventos recientes o los nombres de las personas. Según la enfermedad avanza, puede llegar un momento en que el paciente no sea capaz de recordar a sus familiares y sufrir desorientación en el espacio y el tiempo (cree que vive en una época en el pasado).
Aunque sea irreversible, es posible mejorar la calidad de vida de los pacientes con un tratamiento neurológico adecuado. Otros síntomas comunes de quienes sufren esta dolencia son la agresividad y la ansiedad . Hay que comprender que es solo una reacción ante la frustración de ser incapaz de recordar ciertos episodios.
Esclerosis lateral amiotrófica
Conocida también como enfermedad de Lou Gehrig o ELA, está causada por el deterioro o muerte de las neuronas cerebrales encargadas de los movimientos de los músculos voluntarios. Afecta principalmente a adultos de 40 a 70 años, aunque puede aparecer antes.
Esta es una enfermedad progresiva, es decir, los síntomas van empeorando con el tiempo. También es incapacitante, porque dificulta el movimiento de la persona, que pasará a necesitar asistencia con silla de rueda o ayuda en su vida diaria.
La ELA no afecta a las capacidades intelectuales. Tampoco a los sentidos, los esfínteres ni a la función sexual
Al principio, solo aparecen ligeras faltas de coordinación o dificultad de movimiento. Más adelante, pueden aparecer espasmos, debilidad e incluso dificultad para respirar o tragar. En algunos casos puede incluso ser necesario el uso de un respirador mecánico. Respecto a este último caso, a día de hoy existen técnicas y tratamientos de fisioterapia respiratoria que previenen y estabilizan posibles patologías que generen alteraciones respiratorias.
La ELA no afecta a las capacidades intelectuales, los sentidos, los esfínteres ni a la función sexual. Sí pueden aparecer secundariamente síntomas como el dolor o alteraciones de la muestra de afectividad, como llanto o risas inapropiadas, sin que signifiquen un trastorno psiquiátrico.
Arteriosclerosis
Consiste en la pérdida de elasticidad de las arterias, de manera que impide o dificulta el paso de sangre por las mismas. uede ser hereditaria o congénita. En el segundo caso, es fácil prevenirla, evitando los factores de riesgo. Por ejemplo, el tabaquismo, la hiperglucemia (glucosa en sangre elevada), la hipertensión y obesidad. Por eso, una correcta alimentación y ejercicio físico son tan importantes para prevenirla.
Normalmente no causa ningún síntoma. Por eso es de gran ayuda llevar a cabo periódicamente análisis que midan la tensión arterial, la función cardiaca y los niveles de colesterol. De otra manera, los síntomas puede que aparezcan cuando ya es demasiado tarde, en forma de angina de pecho, infarto cerebral o insuficiencia renal.

Cáncer
Aunque existen más de cien tipos de cáncer, todos tienen una cosa en común: consisten en la división descontrolada de las células, causando un crecimiento anormal del tejido. Los más frecuentes son el de piel, el de mama, el de pulmón y el colorrectal.
Pueden ser hereditarios o congénitos. Una vez que se diagnostican es fundamental llevar a cabo un seguimiento médico e igual de recomendable valorar someterse a tratamientos de fisioterapia oncológica para prevenir, combatir y/o contrarrestar cualquier tipo de secuela derivada de su tratamiento. La evolución del mismo, una vez se trata, depende de la eficacia que tengan las terapias y la medicación que se aplican.
Osteoartritis o artrosis
Aunque puede aparecer a cualquier edad, lo más común es que aparezca entre 50 y 69 años, y es más frecuente en mujeres que en hombres. Consiste en pequeñas lesiones en las articulaciones que causan dolor, rigidez, hipersensibilidad, dificultades de movilidad y crepitaciones (sonido que se produce al frotar los tejidos). En el caso de la osteoartritis, también llamada artrosis, es la forma más frecuente de artritis. Consiste en la degeneración progresiva del cartílago de todas las articulaciones. Esto hace que estas se atrofien y se sienta dolor, pudiendo conducir a una incapacitación permanente.
La osteoartritis -a menudo-, es hereditaria, pero la obesidad, las lesiones o el excesivo uso de articulaciones pueden condicionar su aparición, por lo que es vital evitar estos factores.
Osteoporosis
Consiste en una disminución progresiva de la masa ósea y la consiguiente debilidad de los huesos. Es más frecuente en mujeres, sobre todo después de la menopausia cuando se produce una disminución de los estrógenos.
Al principio no produce síntomas, pero a medida que avanza hay mayor probabilidad de padecer fracturas óseas, que pueden darse por un simple golpe o caída.
Esta debilidad ósea se debe a una mayor porosidad en los huesos, causada a su vez por una carencia de vitamina D. La bajada de estrógenos después de la menopausia produce una dificultad en la asimilación de esta sustancia vitamínica. Por eso es tan fácil que se produzca en esta etapa de la vida. No obstante, también una insuficiente exposición solar o carencias nutricionales pueden causarla.
Para las mujeres, resulta de gran ayuda anticiparse a la posibilidad de padecer osteoporosis. ¿Cómo? Pues es muy recomendable consumir alimentos ricos en calcio a lo largo de su vida (es muy importante hacerlo desde la juventud, cuando se desarrollan los huesos). También tomar suplementos de vitamina D o bien tomar suficiente sol (sin excederse). Igualmente alimentos con esta vitamina cuando se acerca la menopausia. Practicar habitualmente ejercicio también puede evitar que aparezca la osteoporosis.
Existen muchas otras dolencias de este tipo, pero se puede saber cómo prevenir las enfermedades degenerativas. Así, siempre es recomendable seguir una alimentación y un estilo de vida saludable, adecuado para las características de cada uno.